En su Encíclica Laudato sí señala que es mucho lo que se puede hacer para provocar una transformación social que conduzca a un mundo con justicia social e igualdad
La pasada semana el Papa Francisco publicaba su primera Encíclica en solitario, Laudato Si (Alabado Seas), sobre el cambio climático mundial y el papel que jugamos las personas en una posible transformación de los modelos económicos, sociales y culturales, teniendo siempre como base el cuidado de la tierra.
Se trata de una Encíclica muy comentada tanto en los medios de comunicación como en organizaciones sociales y en la población en general. Desde el Departamento de Estudios e Incidencia Social de SED, PROCLADE y PROYDE analizamos e incidimos sobre cómo nuestros hábitos de consumo influyen en la capacidad de desarrollo de países empobrecidos, algo que va en sintonía con los mensajes del Papa en Laudato Si.
Así, en la introducción a la Encíclica señala que uno de los principales desafíos de la humanidad es unirse en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral. “Sabemos que las cosas pueden cambiar”, se atreve a decir. En nuestras organizaciones también creemos en este cambio, por lo que trabajamos en este departamento a través de la sensibilización y la información sobre formas de consumo que, directa o indirectamente, no perjudiquen a otras personas, principalmente a aquellas que viven en los llamados países del Sur.
El Papa Francisco en su encíclica hace partícipes de una posible –y deseable– transformación social a todos los sectores: al mundo empresarial, a la política y a las personas (tanto desde un punto de vista individual como comunitario), sectores a los que también dirigimos nuestras demandas y recomendaciones en el documento base de nuestro departamento, que hemos titulado #ConsumoJusto y que puedes leer pulsando el siguiente enlace:
http://www.sed-ongd.org/wp-content/uploads/2014/01/DOCUMENTO_ConsumoJusto_definitivo.pdf
Una de las principales preocupaciones de Francisco es el mundo que dejaremos a las próximas generaciones (“todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras”), así como el aumento de la desigualdad y nuestra incapacidad para, hasta ahora, no haber podido resolver los problemas que plantea la pobreza, ni siquiera identificar con claridad sus síntomas: “Ya se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta, sin que hayamos resuelto el problema de la pobreza”, podemos leer en el primer capítulo de la Encíclica, titulado “Lo que le está pasando a nuestra casa”.
Cuando habla de consumismo, además de tratar los problemas que afectan a la Tierra, el Papa Francisco no deja pasar algo que nos afecta directamente como ciudadanía; así, reflexiona sobre cómo nuestros patrones actuales de consumo afectan al aislamiento social de las personas: “no debería llamar la atención que, junto con la abrumadora oferta de estos productos, se desarrolle una profunda y melancólica insatisfacción en las relaciones interpersonales, o un dañino aislamiento”. No olvida tampoco la desigualdad que provocamos con nuestro consumismo, algo que queremos también hacer ver desde nuestro Departamento de Incidencia Social, trasladando a nuestras bases y la ciudadanía en general que son las regiones y poblaciones más pobres quienes más sufren los impactos del consumismo a través de desastres naturales, violaciones de derechos, enfermedades, desplazamientos forzados, etc.
El bien común, el decrecimiento, los derechos de pequeños productores, la sensibilización ciudadana sobre los efectos del consumo y otros conceptos que hemos estudiado y desarrollado en #ConsumoJusto son expuestos también por el Papa Francisco en los capítulos dedicados más de lleno a la ecología. Y es que no debemos olvidar el contexto en que se presenta esta Encíclica, los meses previos a la Cumbre del Clima de París de diciembre. Por ello, en la Encíclica no se deja pasar esta oportunidad para hacer también una llamada de atención a los gobiernos, instándoles a adoptar decisiones globales y sostenibles a lo largo del tiempo y a olvidar las decisiones estratégicas más pendientes de los calendarios electorales que de los problemas de la tierra: “el tiempo es superior al espacio”, dice antes de asegurar que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo.
“¡Es tanto lo que se puede hacer!”, exclama Francisco en Laudato Sí. En nuestras organizaciones trabajamos por hacer realidad esa transformación social necesaria para nuestro planeta; lo hacemos principalmente a través de la educación, pilar al que el Papa dedica el sexto capítulo de la Encíclica: “Estamos ante un desafío educativo […] Una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que pueden producir efectos a lo largo de toda una vida”.
En el Departamento de Estudios e Incidencia Social de SED, PROCLADE y PROYDE apostamos por la incidencia social en el marco de la educación para el desarrollo como herramienta de sensibilización y transformación social. De la mano de nuestros departamentos de EpD continuaremos trabajando los temas señalados en la Encíclica a través de una serie de campañas en todos los colegios de nuestras redes en España. Este ciclo de campañas sobre el consumo responsable lo iniciamos el curso que acabamos de cerrar con la campaña “La comida no se tira” y continúa el próximo curso 2015-2016 con la campaña “Dales un respiro”, en la que analizaremos la huella ecológica que nuestra forma de consumir deja en el planeta y cómo minimizar esa huella a través de nuestro consumo y nuestra forma de vida.