Para aumentar y fortalecer la red de centros educativos concertados que ayuden a los niños y niñas de las familias más necesitadas y sacarles así de la semiesclavitud del trabajo y ayudarles a estudiar y graduarse.
«En Bangladesh no se vive tanto el islamismo como en Pakistán, por ejemplo. La religión musulmana ha conectado con la cultura, que no es fundamentalista, aunque hay pequeños grupos». Son declaraciones de Bejoy Nicephorus D’Cruze, obispo de Sylhet, al norte del país.
Nicephorus, reunido recientemente con responsables de la ONGD SED para el desarrollo del proyecto educativo de Maristas al norte del país, también afirma que «los cristianos representan menos del 1% de la población. En la teoría no están perseguidos, pero en la práctica sí que están discriminados. El gobierno da facilidades a los musulmanes y hay que pagar sobornos para realizar algunas cosas».
Además, está prohibido convertir a los musulmanes, de hecho si lo hace un misionero le expulsan del país. A las personas de religiones tradicionales sí se les puede convertir.
Hinduismo y cristianismo
Sin embargo, en la zona donde ya se han iniciado los trabajos de construcción de una escuela de secundaria, muchos habitantes son hindúes. La mayoría de estas familias son trabajadoras de las plantaciones del té, explotaciones infrahumanas que Maristas, SED, la Iglesia Católica y otras entidades llevan años denunciando.
Las empresas que trabajan allí son: National Tea Garden, Lipton y Danken Brothers (entre otras).
El colegio estará abierto tanto para los musulmanes como para los hijos de los empleados, en su mayoría, de origen hindú. Se trata de socializar y ayudar indistintamente a quien más lo necesite en el pago de matrículas, no de crear guetos.
Para los musulmanes, ir a un colegio católico significa prestigio. En la zona, hay 4 escuelas de secundaria católicas, pero los niveles de analfabetismo y fracaso escolar son muy elevados y muchas familias no pueden asumir los gastos.
La iglesia católica tiene 167 escuelas de secundaria en el país.