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Un día sin compras, 364 de #ConsumoJusto

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Comprar se ha convertido en algo más que integrado en nuestro día a día. Sobre todo en las grandes ciudades: los escaparates, carteles luminosos y la publicidad omnipresente nos incitan a consumir constantemente. Tanto que hay estudios que señalan que cada consumidor español dedica, de media, más de tres horas semanales a realizar compras. Ante esta situación, vivir (y sobrevivir) un día sin comprar nada parece tarea imposible.

Sin embargo, pasar 24 horas sin pisar una tienda y sin renunciar a las bondades de la vida es posible. Una propuesta que contrasta con el ‘Black Friday’, que se celebra este último fin de semana de noviembre y que, desde hace años, se presenta como el pistoletazo de salida de las Navidades, unas fechas que se han convertido en las más consumistas del año.

Un año más el Departamento de Incidencia Social de SEDPROCLADE y PROYDE se suma al Día sin Compras, que pretende convertirse en un día de denuncia y de sensibilización sobre los efectos que el consumismo tiene tanto para nuestra sociedad como para las posibilidades de desarrollo de los países empobrecidos.

– ¿Necesitas transportarte? ¿Quieres salir a dar una vuelta por tu pueblo o ciudad? Qué mejor que hacerlo dando un paseo a pie o en bicicleta, con el consiguiente beneficio para el medio ambiente y tu salud. En muchas ciudades se han instalado en los últimos años servicios de alquiler de bicicletas, con lo que no tener bici ya no es un problema para moverse en la ciudad a dos ruedas.

– ¿Y si hace frío? Muy fácil: rescata del armario ese viejo jersey que usabas hace años. O haz un curso acelerado de cómo tejer tus propias bufandas.

– ¿Prefieres quedarte en casa y leer? No hace falta comprarte un libro para comenzar a leer. Hoy en día, nuestros pueblos y ciudades suelen contar con bibliotecas que dan servicio de préstamo, incluso cada vez son más frecuentes las cafeterías con intercambio de libros.

– ¿Lo tuyo es viajar? Cada vez son más los que se apuntan a al coach surfing, o lo que es lo mismo: el intercambio de sofás (o camas) como una alternativa de hospedaje gratuito que, además, permite una estancia integrada en la población que se visita.

– ¿Buscas clases de inglés, un fontanero o alguien que cuide a tus hijos una tarde? Entonces apúntate a un banco del tiempo. En este enlace (http://www.bdtonline.org/wiki/index.php/Wiki_sobre_los_Bancos_de_Tiempo) te ayudan si es que te apetece crear uno en tu localidad. Puedes comprar o vender (pagando o cobrando por tu tiempo) servicios de todo tipo, desde clases de inglés a pequeñas tareas domésticas. Puedes buscar el banco del tiempo más cercano a tu lugar de residencia aquí.

– ¿Tienes hambre? En lugar de ir a la tienda, recoge tus propios tomates o lechugas de ese pequeño huerto que junto a varios vecinos habéis montado en el barrio.

Como estas opciones alternativas hay muchísimas más que puedes encontrar buscando en la red, informándote en tu ayuntamiento o asociación de vecinos, o en algunas organizaciones no gubernamentales.

¿Y qué pasa con los 364 días del año restantes?

¿Te has atrevido a vivir un día sin comprar? Posible, ¿eh? Pero ahora viene una pregunta más complicada… ¿qué pasa con los 364 días restantes?

Los gestos que realicemos en este Día sin Compras también se pueden extender al resto del año para poner en práctica un consumo responsable en nuestro día a día. Informarnos y reflexionar sobre cómo el consumo afecta a las personas y al planeta puede ser un primer paso. Cambiar pequeños gestos diarios puede hacer que nuestro consumo sea responsable los 365 días del año. Entre otras cosas, podemos hacer la compra llevando nuestra propia bolsa o carrito, comprar sólo lo necesario, elegir productos con la mínima cantidad de envoltorios, elegir productos ecológicos o reducir, reutilizar y reciclar.

Pero, ¿qué tiene que ver esto con el medio ambiente y los derechos?

Cuando consumimos de forma irresponsable (sin pensar en si realmente lo necesitamos, o empujados por la presión social, sin pensar en el origen del producto o en la cantidad de kilómetros que ha recorrido un alimento para llegar a nuestra mesa) estamos perpetuando situaciones de injusticia social en las que las personas que viven en los países empobrecidos suelen ser las más perjudicadas: cultivan sus tierras para satisfacer nuestras necesidades, arriesgan sus vidas y sufren los efectos del cambio climático más duramente.

Además, los altos ritmos de producción generan gases contaminantes que afectan a la salud de las personas y a la sostenibilidad de la tierra.

Nuestro consumismo no es inocente y uno de los compromisos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible es garantizar que tanto los ritmos de producción como de consumo sean sostenibles y justos, asegurando las posibilidades de desarrollo de toda la población del planeta.

Si quieres conocer más alternativas que puedas poner en marcha, en nuestro documento #ConsumoJusto hacemos un repaso por diferentes opciones.

SED:

http://www.sed-ongd.org/wp-content/uploads/2014/01/DOCUMENTO_ConsumoJusto_definitivo.pdf

 

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